Poesía

Celaya, Gabriel
Moviemientos elementales / Gabriel Celaya.- San Sebastián: Gráfico-Editora, 1947.- 45 p.; 17 cm.- (Cuadernos de poesía "Norte")
Ed. facs.: Donostia-San Sebastián: Diputación Foral de Gipuzkoa, Departamento de Cultura, Euskara, Juventud y Deportes, 1999.[compra]
"Movimientos elementales"

COMO UN AVE

UN ciervo delicado,
un aire largo,
una forma sonora entre los labios:

tal palabra no dicha...,
así deriva
la sangre acariciando las orillas.

Ese poco de sombra palpitando,
esa manzana
en la ardiente blancura del verano,

tal corazón en el aire,
tales islas cerradas
en la pausa remota de los más claros mares,

y esa luz, esa luz que es tan suave,
esa dulce carena
que resbala en las olas redondas una nave,

ese silencio pasa,
esa paz, la caricia
con larga forma de ave.

LAS METAMORFOSIS

AL cambiar, me aproximo;
al morir, te adivino,
dios total que persiguen sentimientos informes.

¡Oh dios, dios, nimbo!,
forma tibia latiendo contra el pecho,
peso redondo del toro o de la aurora,
y en mi sangre, secreto,
y en esta sombra, lento,
dulce como morir por los nombres del agua,
por la posible espuma,
la presentida salva
de rosas inmediatas que saltan de sí mismas
y gritan, gritan blancas,
gritan color del aire,
y, sucesivas, gritan y cambian en sí mismas
como un dios cuando parece que se oculta,
como la luz se irisa.

MELODIA

TACTO, tibio silbo
que, adelgazado, escapa por lo espeso triunfante,
y aquí tú, melodía,
divina corza inmóvil del otoño en el Norte;
tú, temblor transparente de los tilos desnudos,
mi vida delicada.

Mientras cerca, una lenta fatiga va ensanchando
su olor a flores muertas
y -cabellera- caen, macilentos, los días
amarillos con gusto de papeles mascados,
¡oh tú, con gesto leve,
sencilla, soberana,
la apartas y me ofreces tu incólume sonrisa,
tu siempre primer día,
divina corza inmóvil, melodía!

NINFA

SE detiene en el borde del abismo y escucha,
viniendo desde el fondo, rampante, dulce, densa,
una serpiente alada, una música vaga.

Escapa por la suave pereza de su carne
que en el fondo era fango,
era ya tibia, y lenta, y latente, y sin forma;
era como el dios de gran barba dormido
junto al río en la siesta,
junto a ella en la noche
carnal y sofocada de.junio con olores.

Y escucha temblorosa,
apaga una tras otra penúltimas preguntas,
y duerme, se hunde, duerme
en brazos de un gran dios de pelo duro y rojo,
divino Pan: un dios
hecho bestia que huele.

LA FABULA DEL RIO

LA fábula del río (aquel anciano
de largas barbas verdes, húmedas y antiguas),
la fábula del aire luminoso
(espanto que encabrita los caballos),
la fábula primera en las orillas
de cierta desnudez que el agua siempre anuncia,
escuchaba yo, niño de arcilla roja y tierna.

Escuchaba. La escucho.
Me invades, ¡oh gran voz de una informe presencia!
te siento por mis labios, levantándome, vaga;
te llamo río o veo
maravillosos mundos que sólo son palabras
mientras la calma augusta desciende con la siesta,
y hay juncos, y pereza, blando barro caliente.
¡Mitologías posibles! ¡Infancia mía indemne,
antigua como el mundo y hoy, de pronto, presente!

A MANERA DE GALLO

MATINAL, grita y sangra.
En su garganta seca, vidrios claros le rayan;
en una sombra densa, lo amargo se le ínflama.
Los colores espesos del petróleo, los días
confundidos escapan,
y donde el mundo acaba,
sonoro, rebotando por dentro de sí mismo,
lacerado, perdido, buscándose -enemigo-,
su matanza él prosigue, brillante de delirio.

MASA OSCURA DE LLANTO

MASA oscura de llanto,
llamando en el vacío remoto y obstinado;
dime tú, nocturno,
dime entre maraña de gritos tu abandono;
di las olas negras y lentas de otra orilla,
y, llanto, sordo llanto,
que, volviendo, murmuras, corazón agolpado
-sofocada magnolia de carne densa y dulce-;
dime, di, nocturno,
pronuncia la palabra de labios apretados,
conjúrame esta angustia
llenando ese vacío que un día y otro abren,
y un día y otro, huecos,
murmuran, corazón, llanto, tarde, mi angustia,
masa oscura latiendo.

AMANTE

UN mediodía: un resplandor cuajado.
Las palabras más crueles me arañan hoy los labios
mientras tú, perezosa,
ola lenta, te extiendes sobre arena de días,
elástica, tan densa
de materia de amor con obligado llanto
tan suave en tu contorno,
tan resbalada siempre sobre últimas delicias
que tu piel me disfraza las ruinas de la música:
tu corazón que es dulce, y es sucio, y es perverso,
y se agarra a mi vicio con avidez de valva
blando llora, se arrastra, pegajoso y abierto,
en ese bajo fondo del más denso deseo.

¡Tus pecados antiguos como el mundo, tu pena,
tu abandonada muerte, tu noche, tus placeres,
dulce, dulce mía, imposible, excesiva!

DE NOCHE

Y la noche se eleva como música en ciernes,
y las estrellas brillan temblando de extinguirse,
y el frio, el claro frío,
el gran frío del mundo,
la poca realidad de cuanto veo y toco,
el poco amor que encuentro,
me mueven a buscarte,
mujer, en cierto bosque de latidos calientes.

Sólo tú, dulce mia,
dulce en los olores de savia espesa y fuerte,
sin palabras, muy cerca, palpitando conmigo,
sólo tú eres real en un mundo fingido;
y te toco, y te creo,
y eres cálida y suave matriz de realidades,
amante, hermana,- madre,
o peso de la tierra que sólo en ti acaricio,
o presencia que aún dura cuando cierro los ojos,
fuera de mí, tan bella.

DESDE LO INFORME

UN dulce llanto espeso,
una delicia informe,
materia que me envuelve y sofoca en magnolias,
suave silencio oscuro,
aliento largo y blando.
Las caricias se espesan
(me derramo por ellas),
y voy por el jardín secreto, murmurando,
y, al tocarte, me asombro de que tengas un cuerpo,
y al alzar la cabeza,
las estrellas me asustan con su dura fijeza.

MUJER

ESAs nubes amadas se hacen al fin estatuas.
Si acaricio, doy forma
y, en el azul, desnuda como una diosa antigua,
estás tú, solo bella.

Mas si viene la noche,
si una brisa te envuelve dulcemente asfixiante,
vuelves al mar confuso donde tornaste origen,
ola fresca y sonora que rompe alegremente,
toda rubia, y luego
ancha y derrarnada
como una madre llega ya al fin de las palabras,
sonríe piadosa.

INSTANTANEA

(Alderdi-Eder, 19 febrero, 4 tarde)

TAMARINDOs desnudos perfilados
contra el puro posible de la niebla.

Callando, se oye el mar que rompe lento
en las playas remotas de otros mundos.

Suspenso, el corazón guarda un secreto,
vive allí donde ya no es solo mío.

¡La pura posesión, la nada pura
en lo alto de un latido que no vuelve!

SIEMBRA

REVIENTAN las simientes de blancura encerrada
y, en mis dedos, se enredan sus largos filamentos,
su inacabable urdimbre de posibles concretos.

Nuestros pasos se siguen.
Y el amor, y los días
con pies pequeños cuentan los granos escondidos
que caen con ancho brillo,
con ancho olor a campo,
con ancho femenino y verde rubio.

PRIMER DIA DEL MUNDO

Lo proclama la lluvia en primavera,
los bosques resonando,
el canto que se alarga en corazón sin forma,
y el mar, el mar, el mar
que golpea con pausa solemne la nada.
Los proclaman en playas sin gemido y sin viento,
las olas siempre solas,
las olas que se forman como nacen los mundos,
su atmósfera de origen,
su retumbo viniendo por el cóncavo espacio.

Unos labios ausentes en la orilla invocaban
los nombres de los dioses, los nombres de las cosas,
y ya casi sonaban,
soñaban contra el mundo,
toro que estrangulan largas melodías.

¡Oh voz innumerable! -corazón, corazón-,
dentro de mí desatas las olas sin destino,
la nada pura y libre,
el aire limpio y vivo,
la alegría terrible de unos dioses marinos.

MATINAL

UN hombre; los caminos;
el viento sin sonido del destino;
y andar libre y ligero entre tormentas
magnéticas y secas.

Se multiplican, crecen,
y, sucesivos, vienen con espuma y clamores
confusiones, muchachas, reposos dulces, largas
cabelleras de llanto que le envuelven temblando.

Frente a un mundo en delirio, él se afirma en su paso.
No acaricia, no duda.
Su soledad heroica
no es un irse perdido por los limbos cantando.

Contempla las montañas en su fuerza y su calma
contempla la mañana pausada y luminosa;
respira, y le parece
que su boca bebe de Dios directamente.

¡Qué cierto, en su absoluto
de gloria y resplandor, el cielo abierto!
¡Qué ciertas, en su calma,
las cosas como son, que son, y basta!

EDIFICACION

HE roturado sendas. He derribado troncos.
Los pinos, heridos, olían en vivo
y un sol rojo venia rastreando nuestra hondura
mortal, sobre las landas.

Diminutas orejas en la madera escuchan
su lento crecimiento secular y cansado;
diminutas, mis manos han empuñado el hacha.
Combatiente, me erguían en un claro de tierra.

He derribado troncos. He roturado sendas.
Eso es la Cultura: comabte duro, heroico.
Hay sol rojo, materia, y yo en Dios me edifico,
y el árbol tempestuoso de mi sangre derribo.

DELICIA

TODAS las acacias se habían vuelto locas.
Un temblor de hojas leves pasaba por los labios;
y el mundo era sencillo;
y nunca más extraño;
y nunca más hermoso.

Su cuento era mi cuento;
su fábula, mi dulce
de la mano con un niño perdido
marcharme e ir contando distancias (así empiezan los cuentos)
o descansar, oyendo
cómo fluye por dentro de los mundos la nada
con dulces criaturas de ojos vivos
entre árboles líquidos y cabezas de aurora.

SILBO

DELICIA azul del silbo que me escapa, tan dulce,
en ese bosque antiguo;
o, prosiguiendo, lenta
extensión de caricias en la carne secreta.

Las ramas sobre el río y ese poco de sombra
(mi corazón descansa);
las suavidades sumas de un agua que se estira
(o se comba: delicia).

¡Qué mundo antiguo y cierto,
pequeñito, viviendo
dentro de mí su vida,
su río, bosque o silbo!

Mi corazón lo calla;
pero el bosque, si canto, prolonga mi dulzura,
y el río, mis palabras,
y el silbo, el lento azul de un mundo pensativo.

LA ROSA

Es la rosa, risa, rabia;
y en la pompa, encarnada; blanquísima, en la gracia;
y es un torrente loco de cifras arbitrarias:
mil millones, cien ceros,
cascadas de la gloria,
Querubines y Tronos que se ensanchan cantando.

Se desliza, entre tanto, por los filos un miedo,
un largo y manso llanto
que derrumba, insensible, los momentos cuajados
y -lisa lengua- arrastra
su fatiga de siglos húmedos y espesos,
violetas podridas y penas maceradas.

Lo que enciende la rosa,
lo que destruye, abrasa,
lo que engaña y no puede tocarse, pero brilla,
su alegría encarnada,
su muerte deslumbrante,
su apariencia me basta para hacerme dichoso.

POSESION

Si el sol sale, zumba, truena
como un dios antiguo de la luz poderosa,
hermoso, con sus barbas floridas y sus muslos
morenos, duros, recios,
también yo soy mujer,
también me abro en espasmo, pues eso es hacer versos:
llorar mientras resbalo por caricias y ríos
de sombra espesa y dulce.

 
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